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Noticias sobre Helping By Doing

La empresa que dé este paso, será líder en todos sus paradigmas.

Es habitual apoyar a las personas menos beneficiadas con dinero, regalos o cediéndoles parte de nuestro tiempo. Sea como sea suele ser muy puntualmente en la mayoría de los casos.

A cambio, porque siempre hay algo a cambio, recibimos la satisfacción de saber que alguien gracias a nuestra actitud filantrópica puede que ese día o quizás para siempre se sienta mejor. Esa sensación de felicidad nos suele durar un tiempo. Hicimos el bien, sí. Sin lugar a dudas.

Pero hay una fórmula mucho más poderosa de hacer el bien, es aquella que al hacerla te haces también el bien a ti mismo. Es aquella que permite a las personas menos beneficiadas sacar lo mejor de sí. Es aquella que transforma las diferencias en igualdades.

Que es mejor, ¿qué te regalen y donen o que te permitan dar lo mejor de ti?

La inclusión es oportunidad, la oportunidad es justicia y justicia es igualdad.

Desde Helping by Doing Foundation buscamos la transformación de la Responsabilidad Social filantrópica en una Responsabilidad Social estratégica, es decir: vincular los objetivos empresariales a fines sociales.

Lo cual conlleva una inversión de tiempo y dinero buscando una mejora de resultados a través del impacto social. Dicho impacto pasa a ser el corazón de la compañía. Dicho impacto iguala al donante y al beneficiario generando Eventos y Proyectos Responsables capaces de multiplicar los beneficios de todas las partes implicadas.

Tengo la total seguridad de que la empresa que dé este paso, será líder en todos sus paradigmas.

Antonio Mateo Santana
Founder – Helping by Doing Foundation

CAMBIAR EL MUNDO

¿Se imaginan que las empresas dejarán de donar, de hacer voluntariado corporativo, de regalar sus servicios y de donar materiales al tercer sector?

Y os imagináis sí en vez de filantropía hicieran del impacto social una parte totalmente estratégica para la cuenta de resultados de sus organizaciones.

Tengo la total seguridad de que CAMBIARIAMOS EL MUNDO.

Cambiar el mundo es vincular los objetivos empresariales al logro de fines sociales.
Cambiar el mundo es trabajar desde la igualdad de planos donde desaparecen las figuras de donantes y beneficiarios para ser todos participantes.
Cambiar el mundo es dar la oportunidad de brillar a quien tuvo mayores dificultades.
Cambiar el mundo es hacer de la diversidad uno de los mayores activos de cada empresa.
Cambiar el mundo en definitiva es generar eventos y proyectos responsables capaces de catapultar conjuntamente hacía las mayores metas tanto a las empresas como a las entidades sociales.

Antonio Mateo Santana
Founder – Helping by Doing Foundation

Desconocemos los beneficios del «darse»

Dar puede ser la única manera que desde tiempos ancestrales estamos habituados a entregar apoyo a terceros.

Dar es el mundo de la filantropía, es el mundo de las donaciones, implica desprendimiento de tiempo, dinero o bienes materiales.

Dentro del dar está el voluntariado puntual, empresarialmente llamado voluntariado corporativo, ese tiempo que cedemos para atender esporádicamente necesidades sociales.

El dar produce una gran satisfacción, nos empodera y a la vez nos muestra las caras más sufridas de la vida. Ese puntual contacto se refleja en esta frase que habitualmente sentimos tras realizar una acción de voluntariado “he recibido mucho más de lo que he dado”. 

Repensando dicha frase ¿porqué no hacemos un mayor esfuerzo para equiparar resultados?. Lo haremos, si realmente los equiparamos.

Toda acción filantrópica suele desprenderse de aquello que no toca las líneas estratégicas de nuestras vidas.

Dar además nos subraya que hay dos planos bien diferenciados en este mundo, el que dona y el beneficiario.

Darse es otra cosa, darse es caminar con, darse es un compromiso duradero, darse es ser parte de la solución, es hacerlo parte estratégica de nuestras vidas.

Darse iguala los planos, desaparece el donante y el beneficiario para caminar juntos en pos de objetivos comunes. Darse es vincular tus objetivos empresariales o personales al logro de fines sociales.

Darse no es limitar tus necesidades en beneficio de las de otros, es todo lo contrarío, darse es que mejores tus resultados gracias a la colaboración con fines sociales. Darse es un beneficio mutuo.

Darse no implica desprendimiento, implica emprendimiento.

Darse es hacer ese esfuerzo por una colaboración permanente que realmente sane ambas necesidades.

Dar es una solución momentánea, darse es vincular caminos. Dar es filantropía, darse es estrategia. Estrategia es todo aquellos que hace palanca para alcanzar los objetivos e ilusiones de nuestras vidas.

Desde el mundo empresarial a través de su RSE, o desde el ámbito particular culturalmente hemos aprendido de los beneficios del dar, pero podría decirse que nadie nos ha enseñado los beneficios del darse.

Como todo en la vida cuando el beneficio es mutuo la relación es mas fructífera y por tanto duradera. Por ello “dar” es necesario, pero aprender a “darse” es imprescindible.

Antonio Mateo Santana – Founder – Helping by Doing Foundation

EL COMPROMISO DE LA FELICIDAD

Tengo mi oficina en el viejo casco de Toledo, es llamativo ver cómo la vieja plaza de Zocodover habitualmente llena de paraguas (guías turísticos) rodeados de gente esta prácticamente vacía, mas que con algún lugareño como yo de camino a sus labores.

Son días reflexivos donde el habitual bullicio ha dejado paso al pensamiento. La belleza del silencio me invita a hablar.

El ser humano esta llamado a hacer más bellas todas las cosas, hoy me sorprendía la belleza de tantas miradas tras las ocultas caras.

Incluso hasta comprando se escucha un silencio que invita a reflexionar.

Estas semanas hablando con numerosas entidades sociales detectamos como el COVID está poniendo al límite sus organizaciones, las necesidades se multiplican y sus recursos son incluso menores.

Por otro lado está el mundo empresarial muy preocupado por la viabilidad de sus organizaciones y sus empleados que desde casa, intentan trabajar a un ritmo diferente desde sus nuevos despachos; la cocina, el comedor, la terraza… no hay semana que en nuestras reuniones no se cuele más de un niño. Esto añade un bello humanismo al profesional.

Es tiempo de adaptación y hacer frente a grandes desafíos, es tiempo de repensar y en mi cabeza ruge la necesidad que tenemos de transformar definitivamente la RSE (Responsabilidad Social Empresarial) que actualmente esta casi en su totalidad enfocada a las diferentes vías de filantropía, en una RSE que sea el alma y palanca de nuestras organizaciones.

Tengo la total seguridad de que si ponemos en el corazón del negocio la RSE, habremos dado un paso de gigante en todas las direcciones posibles. Me atrevo a decir qué cambiaríamos el mundo social y empresarial.

Si las empresas logran conseguir mayores beneficios vinculando sus objetivos al apoyo de fines sociales y si las entidades sociales ponen en valor todas sus fortalezas generando nuevos recursos que las permitan no vivir casi exclusivamente de la filantropía, habremos dado un paso definitivo hacía un mundo infinitamente mejor y además, más productivo.

No tengo nada en contra de la filantropía la cual entiendo es una manera “cómoda” del ser humano de desprenderse de algo, ya sea de tiempo, dinero u objetos, y todo desprendimiento produce un bienestar emocional. Pero “dar” nunca se igualará al “darse”, pasamos del bienestar emocional “puntual” a un bienestar “constante”, llamado el compromiso de la felicidad.

Darse implica incorporar en tus habituales acciones del día a día el apoyo a la sociedad. No hablo de un apoyo gratuito, hablo de un apoyo estratégico que te ayude a crecer como persona, a conseguir tus logros a la vez que apoyas a que otros alcancen los suyos.

No te invito a “dar”, te invito a “darte” lo cual te reportará infinitamente mejores resultados.

De portada os he regalado una foto de las vistas desde mi ventana, la belleza de un día lluvioso, donde estamos trabajando para hacer que la RSE sea la mejor herramienta de las organizaciones ya sean empresariales, como sociales.

Antonio Mateo Santana

La ruta a Ítaca y las dimensiones de la paciencia

La ruta a Ítaca y las dimensiones de la paciencia

Los primeros días de enero llegué a vivir a Madrid. Detrás, en Buenos Aires, quedaron los afectos de toda la vida, ese lugar que llamamos la zona de confort, el fútbol con amigos, los encuentros entre semana para juntarnos a comer y tomar algo, los torneos de cartas. Eso que nos aferra tanto a los argentinos, esos vínculos con familia y amigos se resignificaron exponencialmente y fueron motor para dar un nuevo camino de aventura a la vida, lejos de casa.

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La llegada abrió un mundo de oportunidades, desafíos y sueños por cumplir. Viajar, conseguir un buen trabajo, conocer nuevos lugares y hacer amigos, probar toda la comida posible. El cielo estaba despejado, solo quedaba abrir las alas y volar.

En el vuelo, la vida me volvió a cruzar con Antonio. En el primer menú había un par de cafés con una charla sincera y, desde ese momento, empezamos a mancomunar esfuerzos para lograr el crecimiento de Helping by Doing.

Fue por esos días, también, que pasaron dos cosas particulares. Lo que se escuchaba como un virus lejano, que estaba generando cuarentenas y recesión en China, empezó a llegar a Europa. Todavía parecía muy lejano y existía una falsa seguridad de que no iba a afectar nuestro día a día. Menuda historia la que vino después con el Coronavirus. Pero como la vida no saca sin asegurarse de dejarte las herramientas para que superes cualquier desafío, me hizo llegar un poema de Constantino Cavafis dirigiéndose a Ulises en su vuelta a casa.

Ítaca recuerda que más importante que llegar es vivir el camino, aprender del viaje y las aventuras que se presentan. Siempre teniendo el objetivo como horizonte, pero viviendo el andar.

Cuando emprendas tu viaje a Ítaca

pide que el camino sea largo,

lleno de aventuras, lleno de experiencias.

No temas a los lestrigones ni a los cíclopes

ni al colérico Poseidón,

seres tales jamás hallarás en tu camino,

si tu pensar es elevado, si selecta

es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.

Ni a los lestrigones ni a los cíclopes

ni al salvaje Poseidón encontrarás,

si no los llevas dentro de tu alma,

si no los yergue tu alma ante ti.

 

Pide que el camino sea largo.

Que muchas sean las mañanas de verano

en que llegues – ¡con qué placer y alegría! –

a puertos nunca vistos antes.

Detente en los emporios de Fenicia

y hazte con hermosas mercancías,

nácar y coral, ámbar y ébano

y toda suerte de perfumes sensuales,

cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.

Ve a muchas ciudades egipcias

a aprender, a aprender de sus sabios.

 

Ten siempre a Ítaca en tu mente.

Llegar allí es tu destino.

Mas no apresures nunca el viaje.

Mejor que dure muchos años

y atracar, viejo ya, en la isla,

enriquecido de cuanto ganaste en el camino

sin aguantar a que Ítaca te enriquezca.

 

Ítaca te brindó tan hermoso viaje.

Sin ella no habrías emprendido el camino.

Pero no tiene ya nada que darte.

 

Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.

Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,

entenderás ya qué significan las Ítacas. 1

 

El estado de alarma en España, que trajo consigo las restricciones para circular y un parate fuerte en la economía, congeló los proyectos que estaban en marcha. Cuando estaba todo listo para arrancar, incluido un proceso de replanificación y crecimiento, la ruta a Ítaca dio un giro un poco más largo.

Cada uno tiene su propia Ítaca y, si bien la lluvia puede mojarnos a todos por igual en el andar, cada uno recorre su camino. Entender cuál es mi Ítaca es un capítulo aparte que extendería mucho este escrito. En lo que me quiero detener es en un valor que me dio mucho trabajo en estos días de “distanciamiento social”, la paciencia.

Cuando hablamos y pensamos sobre la paciencia, por lo general, la entendemos como una herramienta de defensa para no perder el equilibrio emocional con el mundo que nos rodea. Si algo desde afuera me molesta, debo tener paciencia para que no me afecte. Ante una fuerza externa perturbadora, respiramos hondo, contamos hasta diez, invocamos a la diosa de la paciencia y nos defendemos. Nuestra estabilidad emocional (marcada por un sano optimismo, buen humor y equilibrada ambición) es el preciado bien que tenemos que defender. No vaya a ser que sufra algún golpecito.

Pareciera que el problema es siempre del tercero, o de la situación tercera cuanto menos. Paciencia. Paciencia que todo pasa y, tarde o temprano, llegará mi oportunidad.

Ahora bien, estar encerrado me planteó ante una dimensión mucho más introspectiva y, siendo sincero, también mucho más cruel. ¿Qué pasa cuando tenemos que ser pacientes con nosotros mismos? ¿Cómo reaccionamos cuando ese tercero pasa a ser uno y la situación no es más que mi yo encontrándose conmigo mismo?

Permítanme desconfiar de quien no se haya encontrado, estos días de aislamiento, pensando “no me tolero ni yo”.

Pero, como dije antes, la vida no nos pone frente a desafíos sin darnos las herramientas para superarlas. Es en ese momento de chocarnos con nosotros mismos, cuando ingresamos a una dimensión más profunda y personal de la paciencia. La paciencia con uno mismo.

El ejercicio de aceptar las emociones propias lleva a un camino de conocimiento personal más profundo. Una gimnasia que nos acrecienta la inteligencia emocional. Conocernos para saber cómo reaccionamos frente a determinadas situaciones, aprender de ellas y usarlas para potenciar nuestras virtudes. No con ansiedad. No con la intención de que el aprendizaje y su aplicación sea inmediato. Sino con la tranquilidad de que mi relación conmigo mismo encontrará el terreno propicio para caminar a paso más firme que antes. Bienvenidos los momentos donde pude aceptar mi desgano, ser auto tolerante con el mal humor y abrazar la tristeza. Bienvenido también el momento en donde acepté que todas esas emociones estuviesen en una montaña rusa junto con optimismo, positividad y esperanza.

La paciencia con uno mismo, aceptarnos en nuestras propias emociones y formas de ser, nos refuerza las bases de nuestra paciencia con el entorno. Nos quita ansiedad sobre el contexto que nos rodea porque nos nutre de autoconocimiento, nos acrecienta la confianza de que somos capaces de todo con nuestras virtudes.

Y no solo eso, sino que nos deja volver a entender que más importante que llegar a la meta es recorrer el camino. Ítaca nos está esperando, no apuremos el camino.

Lucas Hunter

Mayo 2020

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1.- Pueden encontrar Ítaca de Constantino Cavafis junto con un breve e interesante análisis en: https://culturainquieta.com/es/inspiring/item/12984-itaca-un-poema-nos-recuerda-que-el-viaje-es-mas-importante-que-la-meta.html